miércoles, 4 de mayo de 2016

José Manuel Martínez Sánchez: poeta y místico de nuestro tiempo


No hace mucho, buscando vídeos de temática espiritual tuve un hallazgo que me conmocionó: un joven poeta se estaba expresando por ese medio y, mientras lo escuchaba, sus palabras iban resonando profundamente en mi corazón. Quise saber más y encontré uno de sus espacios en internet. Allí pude leer algo más de su obra y sentir que estaba en presencia de un alma vieja y de un gran poeta inmerso de lleno en el campo espiritual más auténtico. Y no creo exagerar; leerle es conectar con un río apacible de belleza por donde fluyen sus versos en cadencia lenta, suave y envolvente. Tan suave que consigue dulcificar la áspera lengua castellana; tan envolvente que nos contagia de su luminosidad.

A él quiero dedicar hoy un lugar en este humilde blog, a pesar de que ya tiene sus propios enclaves para difundir su voz. Y es que es un honor y un gozo para mí tenerle como invitado.

He aquí algunos de sus poemas:


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Renacimiento

En la luz del mundo he visto tus claros ojos
y me he bañado en su verdad.
Ojos que a esta realidad envuelven
regalando su inmenso latir.
Vida, que de naciente frescura nos lleva
milagros entre flores, abrazos del viento.
Todo es signo y mensaje en esta tranquila noche
donde la luz usada renace con el día.
Signo del tiempo encendido, del clamor
de un silencio que habla la verdad con su misterio.
Vida, verdad, renacimiento.


Amor hacia el amor

Amor callado, manto de silencio
en que escribir tu nombre. Todas las letras,
todas las palabras que forman mis canciones,
son una contigo, llamándote.
De oro y plata formo sílabas que alaban
el silencio en que recoges mi alma
cuando descanso y despierto
en tu estancia, que es el mundo, llena
de clamores y encuentros virginales.
En ti se anuda mi sueño y mi desvelo,
clavado como raíz al puro alimento de tu aliento,
al fruto, que como la tierra, remueve horizontes
de espacios y colores ancestrales.
Soy como la flor que deja su aroma al aire,
esperando que tú la recojas y me devuelvas la vida
al posar tus gotas de amor sobre mi rostro entusiasmado.
Soy el niño y el anciano, el viaje y su reposo,
la paz y el alegre baile del enamorado.
Soy el amor cantando al amor, el hijo
que sigue a su padre, el árbol hermanado
por siempre a su bosque primigenio.
Y tú, eres la dicha que hace consciente
este paisaje en que ha crecido mi vida
hasta al fin, tocarte.


Al fin

Al fin vi la transparencia,
el gesto exacto, la mirada primera.
Al fin toqué el tacto preciso de la luz.
Las estrellas eran dentro, el sol, los instantes...
Dentro de un vacío de noche eterna.
Al fin toqué la noche del amor, el misterio
que daba lugar al amanecer de mis ojos.
La cama estaba vacía, llena de inmensidades
sin forma, llena de prefijos y arcanos
de cuerpos inacabados susurrando un comienzo.
Al fin sentí tu tacto, tu caricia, tu vendaval infinito
de amor. Al fin sentí tu noche en mi día sin hacerse,
en mi hueco preparado para el milagro.
Y entraste, me amaneciste con un suspiro,
con un abrazo de océano y de cielo sin confines,
y el corazón se postró silencioso y la ausencia
se tornó privilegio de tu llegada, dicha regalada
para nadie. Y al fin, vacío de mí, pude contenerte.


De amor creado

Siempre has sido tú aquella verdad en mí,
latido de mis latidos, voz en la voz de todos los cantos.
El eco de tus señales susurró el comienzo de mis pasos,
ineludibles hacia ti, ineludibles a tu fulgor secreto,
fulgor de íntimos abismos y de noches arropadas
por el amor más inocente. Aparezco en cada huella tuya
como lo eterno nunca nacido, despejada verdad
de mi ser inextinguible cálido en tus adentros.
Lo cierto es que yo fui siempre tú, que nunca hubo dos
en esta danza de amor sin tiempo, en este juego de espejos
que jamás cesó de transparentar el hilo inmutable
que une nuestras almas, a veces aparentemente distanciadas.
Pero nunca hubo distancias entre lo mismo,
entre lo siempre siendo uno y todo
en la totalidad de la luz creada.
Por eso canto a tu amor
que es el mío. ¿Cómo no cantar
a la música que siempre acompaña?
Jamás fui sin ti, jamás fuimos distintos...
Te amo en la luz que me desvela,
te amo antes del principio,
en medio de lo eterno sin principio,
en medio de nosotros, donde ya no queda nada
que no sea nunca nosotros.


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Nota biográfica


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