sábado, 30 de abril de 2016

Antonio Machado: momentos sagrados


El tema que quiero abordar hoy me arde en el corazón y va a implicar - cosa que me cuesta bastante - hablar un poco de mí misma 

Viene de lejos...de mi temprana adolescencia, cuando me topé por vez primera con quien iba a ser - sin yo saberlo - un maestro para mí. Fue el influjo de su poesía y de su talla humana lo que decantaría  mi vida hacia mundos poéticos insospechados, a través del amor que despertó en mí su obra ¿Un amor platónico adolescente?, podrían decir algunos y eso creía yo entonces. Ahora sé que fue una hermosa conexión de alma, más allá del tiempo y del espacio.

 Recuerdo el rubor que me produjo el descubrimiento, por parte de mi profesor de literatura, del secreto que atesoraba sobre mi pupitre: ¡acababa de comprar un libro sobre su vida! Fue como sentirme descubierta en mi intimidad, a pesar de que el profesor lo elogió y me tuvo en gran consideración a partir de entonces, y yo no menos a él, ¿cómo no?...

Con los años y el trabajo de autoconsciencia, he podido ir intuyendo en algunos de sus poemas luminosas percepciones espirituales, de las que posiblemente él mismo era inconsciente. Pero es evidente que su grandeza de alma se expresaba con imágenes que procedían de otros ámbitos de la consciencia. Al menos eso es lo que siento con claridad.

Son dos poemas muy conocidos los que vienen a continuación. El primero habla por sí sólo a quien haya tenido experiencias similares. El segundo muestra la irrupción de otras dimensiones de la existencia en lo que llamamos "sueño", que pueden parecer ilusorias al desconocedor de las mismas. En el poema, ese contacto en apariencia tan verídico lleva a enfrentar al poeta, transido de dolor por el temprano fallecimiento de su esposa, a una profunda duda sobre la realidad de la muerte.


Anoche cuando dormía

La fuente - © Sanctuaires ND de Lourdes_EURL Basilique du Rosaire

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

*****

Soñé que tú me llevabas

Resultado de imagen de soñé que tú me llevabas

Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

Leonor I
Leonor Izquierdo, esposa de Antonio Machado


Nota biográfica


Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de julio de 1875 - Colliure, 22 de febrero de 1939) fue un poeta español, el más joven representante de la Generación del 98. Su obra inicial, de corte modernista (como la de su hermano Manuel), evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, que maduró en una poesía de compromiso humano, de una parte, y de contemplación casi taoísta de la existencia, por otra; una síntesis que en la voz de Machado se hace eco de la sabiduría popular más ancestral. Dicho en palabras de Gerardo Diego, «hablaba en verso y vivía en poesía». Fue uno de los distinguidos alumnos de la ILE, con cuyos idearios estuvo siempre comprometido. Murió en el exilio en la agonía de la  Segunda República Española.












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