El día en que el loto floreció, ay, mi mente estaba distraída, y no me di cuenta. Mi cesta estaba vacía y la flor fue olvidada.
Sólo de vez en cuando la tristeza se posaba sobre mí, y me despertaba sobresaltado de mi ensueño, y sentía el suave regusto de una fragancia rara en la brisa del mediodía.
Esta vaga dulzura hacía enfermar a mi corazón de nostalgia y me parecía el propio aliento del verano inquieto, dirigiéndose hacia su fin.
Entonces no sabía que la tuviera tan cerca de mí, que fuera mía y que esta dulzura perfecta floreciese en el fondo de mi corazón.