miércoles, 13 de abril de 2016

Poemas místicos de Juan Ramón Jiménez

El insigne poeta Juan Ramón Jiménez, llamado el andaluz universal, atravesó por diferentes períodos en su creación poética hasta culminar, en la última época de su vida, en un proceso de despojamiento y purificación de la palabra y de apertura a una experiencia interior de lo divino a través de la belleza.Una experiencia, a mi parecer, que lo sitúa en un lugar elevado entre los grandes poetas místicos.

Publico aquí dos de sus poemas en los que se percibe con claridad esa vivencia espiritual de su alma, más allá de cualquier etiqueta religiosa. Cabría preguntarse si no llegó a ella a través de la luminosa presencia de Zenobia Camprubí, su esposa, ángel, musa y cuidadora, pues padecía frecuentes estados depresivos que su compañía mitigaba.

El segundo poema estaba preparado para culminar su libro "Dios deseado y deseante", poco antes de su fallecimiento, pero no llegó a incluirse. Recientemente ha sido descubierto y añadido en una nueva edición del mismo.

Os ofrezco, pues, con gran respeto, el poema que representa su testamento poético, humano y espiritual





¡No estás en ti, belleza innúmera, 
que con tu fin me tientas, infinita,
a un sinfín de deleites!

¡Estás en mí, que te penetro 
hasta el fondo, anhelando, cada instante
traspasar los nadires más ocultos! 

¡Estás en mí, que tengo en mi pecho la aurora
 y en mi espalda el poniente
  -quemándome, transparentándome
 en una sola llama-;
 estás en mí, que te entro
en tu cuerpo mi alma
 insaciable y eterna! 

(Piedra y cielo) 




POEMA INÉDITO

Partimos de Dios
en busca de Dios,
sin saber qué buscamos

El dios con minúscula,
el dios bajo cielo,
el cielo que es mar,
sobre aire que es cielo,
¡entre aire y marcielo,
y que es pleamar, y que es pleacielo!

El dios deseante,
el dios deseado,
-¡el dios deseado y deseante!-
me trae este Dios,
un dios Dios tan DIOS,
¡un dios: DIOS DIOS DIOS!
… que al cabo de todos los cabos,
que al borde de todos los bordes
un día encontramos.

Cada vez más suelto, y más desasido;
cada vez más libre, más ¡y más! ¡y más!
a una libertad de puertas de Dios.
Y entonces la puerta se abre… y ¡más libertad!

Estoy pasando la cuerda,
cuerda que Tú me has tendido,
Dios mío, mi dios, ¡Dios mío!
¡Dios mío, no soples, Dios!

Siento la inminencia del dios Dios,
del Dios con mayúscula,
-el que nos enseñaron cuando niños
y no aprendimos.
¡Dios se me cierne en apretura de aire!

¡Se me está viniendo Dios
en inminencia de alma!
¡Se me está acercando Dios
en inminencia de amor!
¡Se me está llegando Dios
en inminencia de Dios!



(Dios deseado y deseante)





Nota biográfica

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Juan Ramón Jiménez Mantecón. (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958). Poeta español y premio Nobel de Literatura.

Estudia en la Universidad de Sevilla, pero abandona Derecho y Pintura para dedicarse a la literatura influenciado por Rubén Darío y los simbolistas franceses. Tiene varias crisis de neurosis depresiva y permanece ingresado en Francia y en Madrid. En esta ciudad se instala definitivamente; realiza viajes a Francia y a Estados Unidos, donde se casa en 1916 con Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española, se exilia a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico. En este último país recibe la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.

La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que a lo largo de su vida, en un afán constante de superación, repudia - o de los que salva algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas selecciones.

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